La Real Academia Española define competitividad como:
I. Capacidad de competir
II. Rivalidad para la consecución de un fin
Sin embargo desde el punto de vista empresarial la competitividad es el grado en el que una organización o empresa logra alcanzar y sostener una determinada posición en el mercado.
La búsqueda y mantenimiento de la competitividad es, actualmente, uno de los grandes objetivos de toda organización empresarial. Sin productos o servicios competitivos la empresa carece de opciones de desarrollo.
La competitividad no es producto de la casualidad ni surge por generación espontanea, se alcanza y mantiene a través de un proceso de negociación y actuación de todos los grupos que configuran la dinámica organizativa de la organización empresarial (los accionistas, directivos, empleados, proveedores, clientes, etc.).
Una organización, sea cual sea su actividad, si desea alcanzar y mantener un nivel alto de competitividad a largo plazo, debe utilizar procedimientos de análisis y de toma de decisiones. La función de dichas actuaciones es normalizar y coordinar los esfuerzos de todas las unidades que integran la organización para encauzar la organización a maximizar la competitividad global.
En toda organización tenemos dos niveles de competitividad, la competitividad interna y la competitividad externa.
La competitividad externa está orientada a la obtención de resultados en el mercado, o el sector a que pertenece. Como el sistema de referencia es ajeno a la empresa, ésta debe considerar variables exógenas del mercado o sector como el grado de innovación, el dinamismo de la industria, la estabilidad económica, etc. Una vez alcanzado un nivel de competitividad externa, debe mantenerse el nivel de competitividad futura, basándose en generar nuevas ideas y productos y en buscar nuevas oportunidades de mercado.
Así pues para lograr la competitividad global debe implementarse una eficaz estrategia empresarial.
La dimensión interna de la estrategia empresarial entraña un análisis de la empresa para tratar de encontrar aquellos elementos que constituyen o pueden constituir los umbrales del desarrollo de ventajas competitivas en el mercado.
Para ello se necesita saber cómo mirar en el interior de la empresa, encontrar criterios que aporten orden y estructura en el conglomerado de las diferentes actividades, funciones, tareas... que son los elementos integrantes de la empresa. Por ello a lo largo de los años han sido diferentes los enfoques y técnicas que teóricos y empresarios han desarrollado, tratando de implementar una eficaz estrategia competitiva, para identificar las mejores fórmulas para alcanzar la ansiada competitivida.
En 1985, Michael E. Porter publicó el libro “Competitive Advantage: Creating and Sustaining Superior Performance” (Ventaja Competitiva: Crear y Mantener un Desarrollo Superior), donde aportó una nueva herramienta al management: La Cadena de Valor.
La cadena de valor es la herramienta que Michel E. Porter propone para identificar los procesos fundamentales para la obtención de ventajas competitivas perdurables.
Esta herramienta sirve de guía para determinar todas y cada una de las actividades y procesos que tienen lugar en el seno de una unidad de negocio que generan o son capaces de generar valor al cliente final.
La principal aportación de la cadena de valor es que nos ayuda a contemplar todas las actividades, de la unidad de negocio, de una forma conjunta, posibilitando una mejor comprensión de cómo la ejecución de cada actividad afecta a las demás y, en especial, de cómo afecta cada una de ellas a la creación de valor para el cliente.
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